martes, 24 de agosto de 2010

EL MURALISMO MEXICANO

Estimados Amigos Visitantes

A continuación les presentamos dos artículos relativos al Muralismo en México, los cuales nos parecen muy bien escritos y debidamente documentados, de repente se encuntra uno cada cosa en la red, más bien alguans barbaridades que bueno..., pero estos estan muy interesantes, y como decía nuestro mentor el Dr. Guillermo Chavolla Contreras (QEPD), "Bueno y corto, más bueno aún", espero que les resulten interesantes.

Gracias por su visita

EL MURALISMO MEXICANO
por el Prof. Juan Carlos Lombán

El arte de Latinoamérica de todo el siglo XX se vio muy influido por los grandes movimientos políticos de la centuria, como lo demuestra casi toda la producción plástica y muy clara y directamente, un ejemplo paradigmático de esa relación: el muralismo mexicano.

La revolución mexicana iniciada en 1910 con objetivos políticos de democratización de toda la vida nacional y en particular de sus instituciones, tuvo asimismo, hondas connotaciones sociales. Estas fueron aportadas por grupos de muy distinto signo y especialmente por las huestes agraristas de Zapata y Villa, y ejercieron un vigoroso influjo en la cultura mexicana y muy particularmente en las artes y las letras.

El muralismo mexicano –cuyo ejemplo se extendió por todo el subcontinente como una fuerte ráfaga de aire puro y vivificador- no hubiera tenido la profunda autenticidad que alcanzó ni hubiera logrado conmover tan hondamente a toda Latinoamérica e incluso al mundo entero, si se hubiera producido sin ese marco de referencia o divorciado de él.

Ese fenómeno plástico tan importante por sus valores intrínsecos y por la enorme influencia que ejerció, tuvo como antecedente directo la notable obra del grabador José Guadalupe Posada (1851-1913), quien supo condensar lo más incisivo del arte popular de su país, especialmente como ilustrador y caricaturista político de periódicos opositores al régimen paternalista y autoritario de Porfirio Díaz, (…) Su mordaz sentido del humor, su rica fantasía y muy especialmente sus compromisos con el hombre mexicano así como sus profundas inquietudes político-sociales, constituyeron lecciones y legados que fueron recogidos y enriquecidos por los grandes muralistas, algunos años más tarde.

Poco después de la muerte de Posada regresó a México el Dr. Atl (Gerardo Murillo, 1875-1964), pintor, vulcanógrafo y escritor que en Italia se entusiasmó con la antigua pintura mural y las ideas socialistas de Enrico Ferri. En su país dirigió el periódico revolucionario La Vanguardia, el que tenía a Orozco entre sus dibujantes, reaccionó contra lo hispánico sosteniendo apasionadamente la causa indigenista y adoptó el seudónimo que hizo famoso, el que significa agua en nahua. Posteriormente participó en el movimiento muralista y pintó volcanes, cráteres y peñascos.

Cuando la revolución mexicana ya había obtenido importantes triunfos y concreciones políticas, un grupo de jóvenes artistas revolucionarios fundó, en 1922, el Sindicato de Pintores, Escultores y Obreros Intelectuales, con el fin de contribuir al enriquecimiento de una cultura auténticamente popular y no individualista, directamente entroncada con la fuerte tradición comunitaria de la América precolombina. Con ello, procuraban asimismo contribuir como trabajadores de la cultura, a darle un contenido social a la revolución, la cual, a su juicio, aún no había emprendido en profundidad la tarea que juzgaban fundamental: cambiar las estructuras económicas de la sociedad mexicana, muy especialmente en todo lo relativo a la propiedad de la tierra.

Después de siglos de olvido e incluso desprecio hacia la cultura precortesiana, el grupo de jóvenes artistas que dieron nacimiento al movimiento del muralismo mexicano, redescubrió para su nación y el resto del subcontinente aquella rica herencia y se propuso adaptarla a las aspiraciones colectivas del momento, interpretadas por la gesta liberadora iniciada por la revolución de 1910, cuyo programa entendían que no sólo no estaba agotado, sino que era necesario cumplir hasta sus últimas consecuencias, especialmente en lo socio-económico.

El rescate del legado precortesiano en el México de principios de siglo, presenta no pocas similitudes con el redescubrimiento por parte del Renacimiento italiano del siglo XV, de la herencia grecolatina, con la diferencia de que aquí ese mundo que se quería recuperar, había quedado mucho menos desvanecido y distante, y había mantenido tradiciones, memorias y testimonios más directos, próximos y fuertes.

El pensador y político José Vasconcelos, entonces Ministro de Educación de México, comprometido con una concepción de la cultura netamente popular, entendida como creación colectiva de las grandes mayorías y por tanto con un denso contenido social y político, apoyó a los jóvenes del Sindicato de Pintores y alentó sus ideales. Así fue como el alto funcionario ofreció a Rivera, Orozco, Alfaro Siqueiros y otros, la posibilidad de decorar varios edificios públicos como la Secretaría de Educación y la Escuela Nacional Preparatoria, cuya concreción permitiría que el arte ganara las calles y los lugares públicos y saliera de su encierro en lugares sólo accesibles para las minorías, con el fin de marchar al encuentro del pueblo. Así se inició en ese 1922 el movimiento muralista mexicano, que habría de dejar tan hondas huellas en la cultura continental y del mundo todo.

MURALISMO MEXICANO
Por el Ing. Edgar Cortés

La pintura mural en nuestro país tiene tradición desde los tiempos remotos del pasado indígena, continúa en las primeras épocas de la Nueva España y luego en el movimiento neoclásico.

Durante la primera mitad del siglo XX la aparición de grandes pintores cuya obra fundamental se encuentra realizada en escala heroica sobre los muros de los edificios públicos es hoy por hoy uno de los mayores acontecimientos culturales de México.

En el año 1922 se inició el formidable movimiento de la nueva pintura mexicana, que se caracterizó desde su nacimiento por tres valores fundamentales: lo nacional, lo popular y lo revolucionario. En la conjunción de esos tres valores el movimiento logró una fructífera cohesión. No se exagera al afirmar que entre todas las artes mexicanas contemporáneas, el muralismo libró desde su inicio la más abierta, valiente y fructífera batalla por la libertad de expresión, que es al fin de cuentas, la libertad de creación.

Es indudable que el muralismo mexicano es un fruto de las condiciones producidas por la revolución agrario- democrático- burguesa iniciada en 1910, pero el pensamiento avanzado de sus mejores artistas le permitió sobrepasar el marco ideológico de la Revolución Mexicana y llegar a obras que son ejemplos cumbres del realismo de nuestro tiempo.

Los creadores del movimiento de la pintura mural expresaron a su manera sus antecedentes y sus objetivos. David Alfaro Siqueiros da importancia política a la huelga de estudiantes de la Escuela de Bellas Artes (1911-1913), y a otras actividades en que tomó parte en la Escuela de Pintura al Aire Libre, en Santa Anita, así como a los años de la Revolución, que indudablemente fecundaron su experiencia de varios modos. Clemente Orozco ha contado que los artistas, entonces jóvenes, entusiasmados y capitaneados por el Dr. Atl, después de la exposición del “Centenario” en la Academia (1910), se organizaron en el “Centro Artístico”, sociedad cuyo objetivo exclusivo era conseguir del Gobierno muros de los edificios públicos, para pintar. Pero al obtener el Anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria estalló la Revolución y el proyecto quedó pospuesto.

Respecto al movimiento muralista podemos afirmar que las ideas que le iban a dar vida ya existían en México, se desarrollaron y definieron entre 1900 y 1920, por lo cual la pintura mural se encontró en 1922 con la mesa puesta. Siqueiros estaba en París en 1920, después de haber radicado en España e Italia, y junto con Rivera, discutieron allí sobre “la necesidad de transformar el arte mexicano, creando un movimiento nacional y popular”.

Por una parte el Dr. Atl y un grupo de artistas entre los que estaba Orozco, ya tenían la conciencia y el entusiasmo para revivir la pintura mural y por otra, Rivera y Siqueiros en Europa se encontraban en similar actitud. Así, cuando ambos regresaron a México en 1921, se reunieron con sus compañeros y constituyeron el Sindicato de Pintores y Escultores. Por esa época el país iniciaba un período de reorganización y el ambiente fue propicio para realizar los anhelos reprimidos años atrás. El resplandeciente Sindicato lanzó un “manifiesto” (1922) que tenía un fuerte acento social y político, redactado por Siqueiros y que firmaron todos los artistas agrupados.

El manifiesto se apoyaba en los valores de nuestra raza, especialmente en lo indio, para exaltar su “peculiar talento para crear belleza” y consideraba “su tradición como nuestra posesión más grande”. Interesaba la tradición por ser expresión colectiva, pues el objetivo principal era socializar el arte y borrar el individualismo por burgués. Repudiaba la pintura de caballete y glorificaba el Arte Monumental por ser propiedad pública. Proclamaba que los artistas debían producir “obras de valor ideológico para el pueblo, para todos, de educación y de batalla”.

El filósofo José Vasconcelos auspició la pintura mural, primero como rector de la Universidad y después como Secretario de Educación Pública.

Fuentes consultadas:
- El expresionismo mexicano - Nelken Margarita. INBA/SEP, 1964.
- El Arte Contemporáneo - Rodríguez Prampolini. Pormaca, 1964.
- Orozco, Rivera, Siqueiros, Tamayo - Tibol Raquel. Fondo de Cultura Económica, 1974.

1 comentario:

  1. Es completamente clara la razón por la cual el muralismo representa el nacionalismo de México. Se puede observar desde la perspectiva de los artistas el desesperado cambio que gritaba el alma del pueblo, como clamaba por su libertad y por ser reconocido. Definitivamente es reflejado la tradición como una herencia invaluable en este México de cambios y evoluciones a través del arte muralista. En un México en busca de identidad los artistas muralistas supieron levantarar al pueblo en las armas más potentes que podía tener: SU VOZ Y ORGULLO.

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